Soy una joven diplomada en la rama sanitaria que vive en el municipio de Algarrobo y que como muchos jóvenes de este país está en paro. Ahora que parece estar de moda lo de indignarse, yo también quiero indignarme. Quiero contar mi indignación pero, sobre todo, quiero que se escuche porqué yo también me indigno.
Me indigna comprobar cómo vivimos en un país donde cientos de miles o millones de personas como yo nos hemos pasado casi toda nuestra vida estudiando, formándonos y haciendo un gran esfuerzo para poder garantizarnos un futuro laboral digno. Sin embargo, la mayoría estamos sin empleo, y peor aún, sin perspectiva futura de que podamos tenerlo. Pero por el contrario, sí que hay personas que sin ningún tipo de cualificación, preparación y, lo que es peor, sin ningún tipo de capacidad, no sólo están cobrando insultantes cantidades de dinero como nuestra alcaldesa (43.000 euros brutos anuales) o sus concejales (1.000 euros netos por además ni siquiera trabajar la jornada completa, 80%); sino que además lo hacen aun realizando una pésima gestión de nuestros recursos.
Me indigna escuchar a nuestra alcaldesa alardear de que es muy generosa por renunciar a su sueldo de regidora municipal y que para más grandeza suya lo va a destinar a crear empleo. Espero con ansia ver de qué forma voy a verme yo beneficiada por esa medida. Me indigna escucharla hablar con la boca llena de su comprensión y su apoyo a los parados pero sin embargo, no cuenta que renuncia a unos muy dignos 1.600 euros mensuales, que ya quisiéramos muchos de nosotros, por los aproximadamente algo más de 2.500 euros que cobrará ahora como Vicepresidenta de Mancomunidad, cuando muchos, si es que tienen algo de suerte, con lo que cuentan para comer son los ridículos apenas 400 euros de Zapatero, o la gran mayoría como yo, que no tenemos ni eso, comemos gracias a la beneficencia de nuestros padres que aún, pasados la treintena, nos acogen en sus casas.
Me indigna escuchar a nuestra alcaldesa justificar sus sueldos diciendo que eso es lo que ella ganaría si estuviese trabajando de profesora, cuando de profesora no tiene más que el título que te da la posibilidad de acceder al funcionariado a través de unas oposiciones, pero claro, eso hay que trabajárselo y es más sencillo vivir a costa del dinero de todos nosotros. Yo, la próxima vez que tenga la suerte de que me llamen para trabajar un triste mes o quizás dos en ZARA, Mercadona o cualquier otro comercio, exigiré que me paguen 2.000 o 2.500 euros mensuales que es lo que yo cobraría si ejerciera mi trabajo incluyendo guardias y demás complementos, eso sí, dejando claro que sólo sigo la máxima de mi gran referente económico, nuestra alcaldesa.
Me indigna comprobar cómo nuestros políticos no tienen ningún interés por resolver nuestros problemas, y sólo lo hacen cuando con ello obtienen algún beneficio electoral. Me indigna ver como triunfa la política del enchufismo, de la compra de intereses y del beneficio personal frente a la política meritocrática, social y justa que debería garantizar una mayor cohesión social. Me indigna que con mi dinero y el de todos los ciudadanos de Algarrobo se haya hecho una guardería a medida para una persona que iba en las listas del PA, me indigna que se hayan aprovechado todos los mecanismos habidos y por haber en nuestro Ayuntamiento, con el consiguiente gasto que ello supone, para sacar adelante unos chiringuitos con los que pagar a un concejal, familiar de nuestra alcaldesa, su contribución a que ella esté donde está dándole la concesión de uno de esos chiringuitos a un familiar directo de ese concejal. Me indigna que un vecino propietario de una residencia coloque a su hijo en las listas del PA para conseguir una ampliación de su negocio y, en cuestión de meses, dicho y hecho. Pero no queda ahí la cosa. Para más indignación, en el mundo comarcal de la sanidad ya es más que sabido el enorme interés que le ha surgido a nuestra alcaldesa por terminar las obras del Centro de Día que tengo aquí cerquita de casa, junto a la Torre Derecha. Que viene Elías Bendodo, Presidente de la Diputación, visita al Centro de Día. Que viene el Diputado de Urbanismo de turno de la Diputación, visita al Centro de Día. Que mañana viene cualquier alto cargo de la Junta, visita al Centro de Día y a mendigar algunos eurillos para acabar la obra y poder licitarla pronto. Parece que tras cuatro años donde no había mucho interés por el proyecto (quizás porque venía de la era socialista), la alcaldesa tiene mucho empeño en ponerlo en marcha. Se comenta que quiere asegurarse un buen futuro, o más bien su marido, que podría ser uno de los beneficiados de la adjudicación de ese servicio, ya que no olvidemos ocupa un buen puesto en una empresa de la comarca dedicada a la geriatría.
Me indigna comprobar cómo, mientras muchos nos peleamos a diario con las páginas de “se busca…” de todos los periódicos y nos enfrentamos a continuas entrevistas para conseguir un trabajo con el que poder sustentarnos, nuestro Ayuntamiento se dedica a enchufar a las hijas de quienes han hecho una notoria gran labor propagandística en campaña a favor de nuestra alcaldesa sin ningún tipo de procedimiento ni convocatoria abierta a todos los que como yo podríamos optar a presentarnos. Y cuando lo hacen, el traje es tan a medida que resulta incluso insultante ver el descaro con el que casi alardean de ello, y enorme la impotencia de saber que no se puede hacer nada porque paradójicamente la legalidad ampara ilegalidades tan claras como estas.
Pero si algo me indigna hoy, es saber que todo esto es culpa nuestra. Que si movimientos como el 15M se indignan con los políticos, deberían ser un poco más críticos e indignarse también con nosotros mismos, con los ciudadanos. Porque me indigna saber que si los políticos buscan sus propios beneficios, nosotros los ciudadanos también hacemos lo mismo. Personalmente tengo la experiencia de tener familiares y conocidos que reconocen haber dado su voto a nuestra alcaldesa porque les ha dado quince días, un mes o tres meses de trabajo. Literalmente han vendido su voto, han vendido su dignidad quizás forzados por la situación actual que genera desesperación y desesperanza. Pero si indigno es vender tu poca dignidad por mendigar unos días de trabajo, más indigno me parecen quienes se aprovechan de ello y juegan con esa desesperación y necesidad de muchas familias. Pero yo me pregunto, ¿merece la pena vender tu dignidad por quince días de trabajo? ¿acaso nadie se da cuenta del engaño que ello supone? Porque si alguien es un poco perspicaz y valora las cosas caerá en razón de darse cuenta que por quince días de trabajo yo le doy a nuestra alcaldesa mucho más, le doy un voto que le garantiza cuatro años de trabajo donde además va a cobrar 2.500 euros. ¿Os parece justo? Personalmente, a mí no.
Yo no sé a vosotros, pero a mí no me queda más opción que indignarme. Así que sólo puedo alentaros a una sola cosa… como dice Stephane Hessel “INDIGNAOS”.
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